Solo cuando no estemos tan apegados al mundo será posible recordar a Dios.
Vive el momento presente. Aprende a llevar a cabo tus acciones sin ningún apego, e ignora el fruto del futuro.
Siempre que estés haciendo algo trata de ser consciente. Si estás vigilante notaras la carga innecesaria de los pensamientos negativos que transportas. Ese estado de alerta te hará libre.
Cuando experimentas un fuerte desapego, no sientes atracción por el mundo. Pero tienes que ir mas allá de ese estado. Tienes que ver que todo es Dios.
El apego a la forma del Gurú nos llevará finalmente a no sentir apego por nada y a una libertad absoluta. Cuando amamos la forma del Maestro, no amamos a un individuo limitado, sino a la Pura Conciencia, la cual el Maestro nos la revelará poco a poco.
La felicidad no se halla en los objetos externos, sino en nosotros mismos. Cuando somos conscientes de este hecho y vivimos suficientemente desapegados, la mente deja de ir en busca de los placeres externos.
¿Crees que la felicidad procede del desapego? Ciertamente no. La felicidad surge del amor supremo.
Lo que se necesita para la realización del Ser o Dios, es amor. Solo a través del amor experimentarás un completo desapego.
Un padre (o madre) de familia puede alcanzar realmente la Auto Realización. Para que esto suceda, el padre tiene que realizar sus acciones de forma desinteresada, sin apego y con una actitud de entrega a los pies de Dios. Un auténtico padre de familia mantiene esta actitud: “Todo lo que tengo, pertenece a Dios, nada me pertenece a mi”. Tiene la fuerte convicción de que solo Dios es su madre, su padre, su familiar y su amigo. Pero esta actitud de entrega y auto sacrificio es difícil desarrollar. Se requiere un constante esfuerzo.
Amma nunca le pide a un padre de familia que se aleje del mundo para hacer su búsqueda espiritual, pues hacer eso seria cobardía. Debemos intentar realizar nuestros deberes en el mundo tan diligentemente como sea posible. Aquellos que huyen de las responsabilidades mundanas no son realmente apropiados para la vida espiritual.
Por eso Sri Krishna no permitió a Arjuna que huyera del campo de batalla y se convirtiera en renunciante.
La vida es un campo de batalla. No podemos huir de él. Podemos ir al Himalaya o a un bosque o a un ashram, pero los problemas de la vida nos perseguirán allí donde vayamos. Una persona inteligente viaja a través de la vida utilizando su discernimiento y realizando sus obligaciones con gran atención.
Vivir realmente es construir la vida con una fuerte base espiritual.
No deberíamos olvidar que la compasión hacia los pobres y los que sufren es nuestro deber con Dios. Nuestra búsqueda del Ser empieza con nuestro servicio desinteresado en el mundo.
Si todo lo que hacemos es sentarnos en meditación con los ojos cerrados, esperando que se abra nuestro tercer ojo, nos sentiremos decepcionados. No podemos escapar del mundo manteniendo cerrados nuestros ojos.
La práctica espiritual es el esfuerzo que hacemos para ver la unidad de todos los seres en la creación, con los ojos abiertos. Cuando esa visión sea espontánea, eso será la Auto Realización.
La muerte puede llegar en cualquier momento. Nos arrebatará todo lo que tengamos, también nuestro cuerpo. Por eso Amma insiste en que a través de nuestra práctica espiritual debemos desarrollar la actitud de desapego hacia todo el mundo. Solo con esa actitud seremos capaces de afrontar la muerte sin miedo. Al absorber los mas altos ideales espirituales, nos estamos preparando para que esa transformación tenga lugar: la transformación del apego en desapego.
El estado de sannyasa, o renuncia al mundo, no se obtiene fácilmente en occidente. La vida de un renunciante es una vida de entrega, tanto externa como interna por el bien del mundo. Un auténtico padre de familia lleva externamente una vida de padre de familia e internamente vida de sannyasin.
Renunciar a todo puede que no sea fácil para todo el mundo, pero deberíamos intentar desarrollar la actitud interna de renuncia. Un padre o madre de familia puede que se enfrente a muchos problemas, pero debería mantenerse totalmente calmado por dentro, “No es imposible.”
Un padre de familia debería ser como un pájaro sentado en la rama seca de un árbol. Mientras se apoya en la rama, el pájaro puede comer algo, e incluso dormir, pero siempre esta en alerta y bien despierto internamente, siempre dispuesto a volar. Sabe que si hay una fuerte brisa, la rama de pronto puede partirse. De forma parecida un padre de familia debería ser consciente de que todas las relaciones en el mundo solo son temporales y pueden acabar en cualquier momento.
Deberíamos considerar nuestras obligaciones en el mundo como asignadas por Dios. Si tenemos esa fe fuerte, seremos capaces de realizar todas nuestras obligaciones como servidores de Dios, sin ningún sentido de hacedores. Tenemos que realizar las obligaciones que nos han sido asignadas. Debemos pensar que esas acciones son parte de nuestra práctica espiritual. Realizar cada acción como una forma de adoración. No debemos apegarnos a lo que hacemos, ni permitir que nuestra atención se aleje de nuestra conciencia del Ser. Este es el centro de nuestra existencia.
Estamos ahora viviendo como si estuviéramos encerrados en una prisión, la prisión de nuestros gustos y aversiones. Pero esa no es nuestra auténtica morada. No deberíamos ver los objetos de nuestros deseos y apegos como ornamentos, sino como cadenas que nos aprisionan.
Hasta que no realicemos el Ser, no sabremos como es la auténtica realidad.
No es fácil erradicar el sentido de hacedor en sí mismo. Solo es posible cuando aparece el sentido de desapego respecto al placer y al dolor, una vez que se ha pasado por muchas vidas.
Aprendamos a abrazar la vida con los brazos bien abiertos, mientras nos desprendemos de nuestros apegos. Abandona todos tus deseos, todas tus penas, temores y ansiedades.
Este abandono no supone perderlo todo, pues en realidad no hay mayor ganancia que esa. A través de ello, se te ofrece el universo entero y llegar a ser uno con Dios.